‹‹⿻Duendes / Historia ››

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En los tiempos oscuros, cuando la tierra aún temblaba bajo la sombra de poderes impíos, se gestó una abominación entre los muros de antiguas fortalezas profanadas. No fue un nacimiento natural ni una obra de los dioses, sino un intento torcido de crear la criatura perfecta mediante la unión forzosa de razas diversas y el uso de un veneno oscuro cuyas propiedades jamás fueron comprendidas del todo. Aquellos que cayeron víctimas de este designio fueron encerrados en capullos viscosos, donde el tiempo se detuvo y el alma fue corroída por la corrupción.

Los siglos transcurrieron en silencio mientras aquellos cuerpos mutaban en la penumbra. Cuando al fin se abrieron los capullos, no emergieron los guerreros poderosos que sus creadores habían soñado, sino criaturas deformes, de estatura baja, movimientos raudos y ojos llenos de locura. La razón, la esperanza y la identidad habían desaparecido; en su lugar, nació un nuevo ser, marcado por la desdicha y moldeado por la supervivencia: los Duendes.

Desde su primera aparición, fueron objeto de repudio y persecución. Sus formas grotescas y sus costumbres erráticas inspiraban temor y rechazo. Incapaces de hallar cobijo entre las razas civilizadas, se vieron forzados a refugiarse en lugares inhóspitos —las profundidades húmedas de la tierra, las grietas olvidadas de los montes, o los pantanos donde la luz apenas osa penetrar. Allí, lejos de la vista de los hombres y el juicio de los sabios, desarrollaron una astucia peculiar, aprendiendo a sobrevivir en la desesperanza.

Con el paso de las eras, los Duendes se convirtieron en seres impredecibles: escurridizos, taimados y adaptables. Donde otros perecen, ellos prosperan. No conocen lealtades firmes ni códigos elevados, pero han demostrado una sorprendente capacidad para observar, aprender y aprovechar las debilidades de quienes los subestiman. Aunque nacidos del error y la miseria, su linaje continúa, como la hiedra que brota entre las ruinas de un mundo que intentó olvidarlos.